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De un caballero andante
 
El placer de escribir y emanar imagenes de amor y sensualidad
Vista con Título | Refiere un Amigo |
Una fantasa en un BAR
Publicado en:19 Agosto 2010 6:09 pm
Última actualización en:22 Marzo 2011 9:33 pm
1868 vistas

Miraba a una bella mujer desde la esquina de aquella barra de madera, evocando recuerdos y pensamientos use mi imaginación para crear una escena en mi mente mientras le admiraba en discreto a través del espejo.

Dejo que su mente explorara sus instintos y dejo llevarse por la inspiración que le provocaba la musa a la cual admiraba
Jadeante, la tomaba por el escote del corsé, y en un movimiento un tanto brusco la atrae de nuevo hacia sí, y poniéndose de perfil desliza sus manos hasta su vientre, y mientras se mueve sensualmente, también hace que ella se mueva, bajando los dos en movimientos sexuales y atrevidos, mientras sus labios se abren para dejar paso al aire que tanto necesitaba en esos momentos de sensualidad.

El ritmo salvaje lo posee y cuando suben de nuevo, vuelve a realizar los anteriores movimientos que antes para deslizarse por su lateral, esta vez por el lado del público, y mientras se vuelve a acercar a ella, su mano se cuela por dentro de su falda y le acaricia el muslo, mientras con su mirada busca algo interesante por ahí cerca; Cuando tiene la botella de vodka en la mano, en un rápido movimiento la abre, dando un largo trago. Sube su mano hasta su espalda, y da un leve tirón de los cordones, suavizando la presión del corsé con una sonrisa, y cogiéndola del brazo, le hace girarse para mirarla.

Con la botella en la mano, un par de gotas caen por el cuello y el escote de la chica, que no duda en lamer con su lengua. Baja un poco el corsé, dejando peligrosamente sus pechos medianamente expuestos, y sigue bajando su lengua hasta encontrarse con la tela de su ropa.

Cuando él sigue bajando, acariciando con sus manos el cuerpo de la chica, lo hace también con su falda , dejándola en ropa interior, y dejando la falda en el suelo, terminado su turno y mirándola desde abajo con una sonrisa que evoca picardía y sensualidad…
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Una tentaci
Publicado en:19 Mayo 2010 8:56 pm
Última actualización en:26 Septiembre 2015 5:30 pm
1933 vistas

Alexander

Me encontraba sumergido en un mar de mociones, y me sentía tenso esperando la respuesta de aquella chica que al parecer sabía perfectamente lo que habitaba dentro de mi alma, alguien que tuviera la misma habilidad me ponía en una situación de desventaja, y a ella y supongo que a estar alturas se había dado cuenta más o menos quien era yo, la respuesta no tardo en llegar.

Escuche su afirmación, se acerco a mí de nuevo y nuevamente sentí de ella esa mirada que me veía de dentro hacia fuera como si supiera exactamente qué es lo que sentía en esos momentos, esperando que ella se diera cuenta como estaña refrenando mis emociones hacia ella, se me ocurrió algo mientras jugábamos a vernos, la manera de calmar mis emociones era pensando que antes de todo debía conocerle más, sus aspiraciones, sus sueños, su vida, sus gustos, no pude evitar sonreír ante el guiño de su ojo y vi que le costaba sonreír, de seguro era extraña que una dama como ella sufriera un rechazo y yo era el estúpido que lo había hecho, recordé las palabras de mi madre, hacer lo correcto siempre será lo más difícil Alex recuérdalo, me centre en su mirada de nuevo para escuchar la siguiente oración proveniente de sus labios, le mira con decisión.

-Pasara-, sonreí , le vi observándome de nuevo ¡Maldita sea! esa mirada nuevo, y no solamente eran sus ojos era su expresión, su forma de ser, su arrojo tantas cosas que empezaba a descubrir, ella sabía lo que sentía, no tenía alguna duda que sabia mi historia aun antes de contársela o cuando menos la intuía de alguna forma, Demonios que pasa con esta vida, de donde era ella, pero sobre todo porque paso esto ahora, porque aquí, porque no en otro momento.

-Claro vamos ojos bonitos- se me salió esa palabra lo único que pude hacer es dirigirme rápidamente por mis cosas, y guarde mi chaquete en la maleta donde estaba el florete, mientras de reojo vi como se acomodaba ese pelo azabache que me incitaba a hacer tantas cosas, para romper un poco esa tensión pasional que se había generado, hice un gesto amable y de chiste e hice una reverencia, poniendo la mano derecha detrás de mi espalda e inclinándome hacia el frente.

-Claro este caballero le acompañara y le protegerá en caso de ser necesario aunque sé que vos puede defenderse sola-

Las siguiente palabras causaron un reacción inusual en mi, apretaba los puños, yo de casamentero, maldita sea ya me veía yo presentando a la chica que rechazo a alguien más que de seguro no lo haría pero la vida era así una prueba se había puesto en mi camino y no sabía si la había superado o no , debía analizar correctamente mis emociones después de esto, de lo contrario quedaría confundido.

Suspire –Yo solo puedo presentarte personas, no creo que tenga que realizar ningún trabajo de casamentero, ni creo que haya la necesidad de que lo haga pues tu misma tienes todos los elementos para tener a cualquiera a tus pies- esto último lo dije refrenando un poco mi aliento, de manera que lo dije a Lynn se escucho en un tono un tanto pelicular, y en mi ojos se dibujaba una breve chispa de frustración que espera no notase.

Ella necesitaba conocer a más personas, y era evidente que necesita conocer chicos, solo esperaba que dentro de su cabeza aquella dama no le haya etiquetado con un mojigato al no querer estar con ella, situación que ya no importaba, la había rechazado, demonios que compleja es la vida, una brisa sacudió el agua de la fuente, haciendo que unas péquelas gotas de rocío se depositaran en mi cabello y en mi rostro refrescándolo un poco.

-Vamos pues andando, te acompaño, después debo ir al gimnasio pero antes espera- Gracias a la insistencia que me había mandado a hacer tarjetas podía entregarle uno , de manera que busque mi billetera en mi pantalón, pasa sacar una de ella y tendérsela, la cual llevaba lo siguientes datos.

Alexander Tessier
Mecanico
White Stone Valley
Silver Park No 17
Tel ***.***.***

-Puedes llamarme a mi móvil cuando termines tus clases, y nos ponemos de acuerdo para ver donde vamos-

Lynn

Escuchando una a una sus palabras y observándolo con mucho detenimiento, Lynnette se dio cuenta de la pequeña ráfaga de frustración que vio en sus ojos cuando había pronunciado la palabra “casamentero”. Sin embargo, no podía llamarlo de otra manera. Sabía que había congeniado con él desde el primer momento y se les notaba a ambos, de la misma manera que se notaba la tensión sexual y las ganas de tocarse, pero como siempre la Corrección llamaba a la puerta de Lynnette. En otros tiempos se hubiese tirado encima de él sin importarle nada, pero ahora… Todo era diferente.

Asintiendo a cada una de sus palabras, perdiéndose de nuevo en sus ojos y su rostro, no prestó toda la atención que se merecían sus últimas palabras. Sólo vio cómo le tendía una tarjeta que, con gusto, ella cogió sonriéndole.

-Gracias. Pero si tienes que irte al gimnasio no pasa nada. Yo puedo ir a las clases sola. Solo pensaba que tú también tendrías que ir y bueno… Vete al gimnasio ¿si? Luego te llamo –dijo sonriéndole mirando detrás de él al gran edificio que se alzaba detrás de ellos. Había llegado el momento-. Y de nuevo, gracias de antemano por lo que te has ofrecido hacer… -le guiñó un ojo antes de acercarse a él y secarle tiernamente unas gotitas de agua de la fuente que resbalan aún por su frente.

Su piel era como se había imaginado. Suave y cálida. Como parecía ser él. Separándose como si la hubiese quemado se disculpó con una sonrisa de medio lado.

-¡Nos vemos luego!

Sin esperar una respuesta o la reacción de Alexander, prácticamente corrió hasta la entrada haciendo sonar sus tacones.

Cuanto antes se alejara de él, mejor. La tentación sería demasiado grande.

Alexander

La idea del gimnasio había dado resultado, necesitaba alejarme un poco de Lynn para calmarme de otra forma cosas extrañas podrían suceder, ambos éramos como dos mechas prendidas a punto explotar, quizás era por que no había conocido a ningún chico, era probable que después de que conociese a alguien se olvidara de mi y todo quedara en un simple chispazo, veremos lo que el tiempo dirá en esta historia que acababa de comenzar

Acepto mi tarjeta con agrado y prometió llamarme cosa que en verdad esperaba que sucediese, y de pronto una mano calida y suave removió las gotas de rocío que tenía en mi rostro provocando una sensación que me desequilibro internamente, sus palabras habían pasado desapercibidas para mi ante tal acción, solo le vi alejarse y perderse en la puerta de entrada hacia los salones, mientras le veía alejarse rápidamente haciendo sonar sus tacones

-Hasta luego nos vemos, espero tu llamada- grite mientras me di la vuelta dirección al gimnasio
Murmure para mi.

-Vaya eso estuvo cerca-
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Una tentacion (Sexta Parte)
Publicado en:19 Mayo 2010 8:54 pm
Última actualización en:26 Septiembre 2015 5:31 pm
1888 vistas

Alexander

Aquel encuentro había encendido una chispa entre lo dos, empezaba a sentir cierto grado de calor en mi cuerpo, pensaba en Karen pero al mismo tiempo veía y sentía a la hermosa chica enfrente de mí , necesitaba aliviar la tensión de una manera correcta y educada de lo contrario terminaría besándola y ello no era correcto aunque mis emociones me pedían a gritos que lo hiciese, tenía que refrenarlas porque le debía un respeto a la dama que estaba conmigo en esos momentos.

Seguía en pose pensativa con el puño en mi mejilla hasta que de pronto admire con disimulo las hermosas piernas de Lynn, así empecé a llamarle en mis pensamientos, observe una sonrisa con cierto tono de picardía, a pesar de que me había alejado un poco se acercó de nuevo a mí de manera tal que la mezcla de mi loción amaderada con su perfume entre frutal y floral se mezclaron invadiendo el ambiente entre los dos, me hablo de una manera sensual que hizo que se me erizaran cada uno de los vellos de la piel, debía actuar con cuidado y sigilo para no ocasionar algo en lo cual alguien podría salir lastimado, tendría que comportarme a la altura de las circunstancias y salir airoso del momento.

-..mm Nadie te las ha hecho creer, en verdad dudo de lo que dices, si realmente creyeras que lo que me estás diciendo es verdad no estarías sintiendo lo que yo, además aunque tus palabras lo digan tu mirada me dice lo contrario-

Sentí que su mano se acercaba a la mía, lo cual no rechace, pedía una explicación al respecto y al ser un caballero debía dársela, lo más coherente posible dentro del mar de emociones que estaba viviendo en ese momento, ocupando nuevamente un tono de voz tranquilizador.

-En efecto estoy con alguien señorita Mc Arthur, pero también entiendo como es la vida y se que esta da muchas vueltas, ahora hay alguien una chica que quizás me espera, pero en un futuro no lo sé, si algo me ha enseñado el camino que llevo recorrido desde la muerte de mis padres, es que todo puede cambiar de un momento a otro, todo es impredecible y se tiene que esperar lo inesperado pero siempre haciendo lo correcto, se que eres y quien eres porque lo percibo de ti y como te dije no solamente eres alguien para pasar un rato, si no mucho más que eso, te digo que no ahora, más no estoy negando un futuro para los dos; como te dije hace un momento en mis palabras.-

Tome una pausa para respirar y controlarme pues de lo contrario sería victima de mis emociones y esta no era la ocasión para que eso sucediera, tome su mano la acerque a mi pecho me acerque poco a poco hacia ella y casi al llegar a sus labios mi cabeza se levanto ligeramente para darle un cálido beso en la frente para posteriormente dejar su mano en su regazo, me levante de donde estaba para quedar parado frente a ella , hacia algo de calor , de manera que decidí quitarme la chamarra quedando en un playera sin mangas con un dije el cual mostraba una espada y una rosa engarzada a la misma, empecé a jugar con el víctima del nerviosismo de la situación.

-Mi futuro no está comprado con ella y mucho menos sé si es mi destino, y si a ti y a mí nos toca estar juntos lo estaremos, que clase de caballero seria si accediera a esa petición tan dulce, sabiendo que hay otra persona de por medio, que sentirías si los papeles estuviesen invertidos Lynnette, debemos hacer lo correcto pese a nuestros instintos y emociones- le mire profundamente al decir esto pues quería que supiera que no era un chico cualquiera y que lo que decía lo hacía para demostrar mis valores con los cuales fui educado y creía, pero que ahora estaban sufriendo un difícil cuestionamiento.

La luz del sol iluminaba mi cabello y mis ojos, en esos momentos me cruce de brazos esperando la respuesta de la chica mirándola fijamente , con un gesto de honestidad y porque no decirlo pasión refrenada por un sentimiento de respeto y coherencia con lo que se me había enseñado a lo largo de mi vida.

Lynn

Lynnette no podía hacer otra cosa que asentir mientras lo escuchaba atenta. Era cierto. Su chica lo estaría esperando. Tiene novia. Eso es lo único que tienes que pensar, le dijo una vocecita interior. Pero no le gustaba que le diera falsas esperanzas.

El futuro y el futuro… Ella esperaba poco del futuro y alguien, le había dicho un día que lo único por lo que tenía que preocuparse era del presente.

La sonrisa se le borró cuando Alexander se acercó a ella. Tanto que pensaba que la iba a besar. Por unos momentos, dejó de respirar. Su mente estaba completamente concentrada en él, en sus labios, sus ojos… Lynnette se mordió el labio inferior mientras sus ojos devoraban los labios del chico.

Y sin más, él levantó la cabeza justo cuando ella se acercaba aún más hacia él y le besó la frente. ¡La frente! ¡Jodidos hombres! Se dijo mientras se tensaba y se colocaba el chaquetón tapándose las piernas.

Cuando lo vio levantarse suspiró aliviada.

Cuanto más lejos estuvieran uno del otro, menor sería la tentación de provocarlo… Estaba convencida. Alzó la cabeza lo justo para mirarlo a los ojos y escuchó las que serían sus últimas palabras de rechazo para ella.

-Está bien –dijo Lynnette una vez Alex hubo acabado. Se levantó después de coger su bolso colgándolo de su brazo y se acercó a él lentamente-. Tienes razón. No sabemos lo que pasará en un futuro –le guiñó el ojo y con cierto esfuerzo, sonrió muy a su pesar-. Lo que tenga que pasar, pasará, ¿no?

Se quedó prendada de nuevo de sus ojos verdes. ¿Por qué tenían que ser tan transparentes? ¿Por qué tenía que ser ella quien viera lo que había en ellos? ¿¡Por qué!? Maldijo por lo bajo desviando la mirada y rezando para que él no se hubiese dado cuenta. Había estado tan cerca de ella… Se giró hacia su derecha para no mirarle y no caer en la tentación de coger su cara entre las manos y besarlo.

Él le presentaría muchos hombres y esos no se negarían a estar con ella. O al menos, eso esperaba…

-¿Me acompañas a clase? Después… -se giró hacia él mirándolo de nuevo. Se colocó un mechón azabache, que había caído sobre la frente, detrás de la oreja y sonrió antes de continuar-: Después podemos ir a tomar algo, si quieres. Y así podrías empezar ese trabajo tuyo de casamentero –dijo caminando hasta quedar frente a él. Ojalá le molestará ese comentario tanto como a ella le molestaba que tuviera novia. No quería ser mala, pero…-. ¿Te parece?

Pero lo necesitaba...
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Una tentacion (Quinta parte)
Publicado en:19 Mayo 2010 8:51 pm
Última actualización en:6 Marzo 2017 8:40 am
1910 vistas

Alexander

Debía aceptarlo aquella chica me ponía inquieto, muy probablemente su belleza me impactaba, pero lo importante era que su interior era una mezcla de emociones bastante interesante, sentía pasión, rebeldía, diversión, y por que no locura enmascaradas en una envoltura enigmática dulce y elegante, me respondió algo sobre Karen mientras me guiñaba el ojo de manera sexy, era evidente que había chispas entre nosotros y una tensión pasional pues lo que me hizo sentir cuando me toco hasta a mi me sorprendió.

-mmm, Hablar con ella y aclararlo, es una buena idea, supongo que tendré que tocar con ella el tema en algún momento, es algo reciente, digamos que como te dije no creo en niveles pero ella pertenece a tu mundo y digamos que a veces siento que…, bah no tiene importancia Gracias por el consejo- le devolví el guiño y no sé cómo diablos paso pero mi mano se acerco y atrapo a la suya para darle un apretón como el que me dio cuando supo uno de mi secretos

Escuche a continuación algo que no podía creer, estaba sola que en Canadá estaban ciegos o qué demonios pasaba, pues dudaba que una mujer como ella no hubiera tenido algún chico mientras estaba en la escuela, en verdad la chica me agradaba, sin embargo debía recordar que en efecto tenía una posible pareja pero podría darse una situación de amistad y quién sabe si las cosas no fraguaban con Karen podría…, interrumpí mis pensamientos al escuchar su risa, seguramente habría recordado alguna travesura.

-La que sola se ríe de sus maldades se acuerda o mejor debería decir que estás sola por ahora, pero dudo mucho que en Canadá lo estabas, seguramente por lo que expresan tus ojos habrás conocido a alguien pues dudo mucho que el lugar donde estabas sea un lugar de viejos, no te conozco del todo pero diría que eres una chica que le gusta conocer las reglas para luego romperlas como yo- No podía creer lo que había dicho al parecer con aquella sentía una confianza absoluta, y además debía admitirlo me provocaba sensaciones extrañas; para apaciguarlas, mientras le veía decidí meter un dedo en el agua de la fuente haciendo círculos en ella.
Escuche sus siguientes palabras acerca de que la chica deseaba salir a algún lado y que le presentase a más personas, definitivamente este encuentro que estaba teniendo debía ser recordado en aquel libro donde vaciaba mis pensamientos y emociones

-Conozco a algunas personas que te podría presentar, y seguramente con tu apariencia y actitud podrías conseguir un chico rápidamente- dijo esto último con cierto temor lo cual esperaba que ella no notase en el tono de mi voz.

-Además como diría mi abuelo eres de esas damas que si salen paran el trafico, eso me queda más que claro- esto último lo dije con una sonrisa, la manera de ser de esta chica me recordaba en cierto sentido a como era mi madre cuando aun vivía, refinada, elegante…

Lynn

El súbito apretón de su mano la hizo sobresaltarse un poquito. No esperaba más contacto con él… Y es que un simple roce y allí donde la tocaba sentía unas pequeñas cosquillas. De repente, soltó una carcajada. ¿Cuánto hacía que no sentía esas cosas? Él había dicho que no creía que ella no hubiese estado con ningún chico allí en Canadá. ¿Por qué era tan complicado de entender? Ella no era una buena chica, podía ser guapa, sí, pero no precisamente buena…

-Allí no había chicos –dijo mirándolo intensamente-. Era un internado de señoritas. Solía escaparme los primeros meses… -recordaba muchas y no pudo evitar una risita- pero la mayoría acababan con un castigo. Y allí no vacilaban a la hora de imponerse. Así que llegó un momento en que tuve que decidir… O dejaba ya las escapadas o acabaría encerrada en una habitación sin ver nunca más a un hombre –sonrió al mirarlo-.

Desde luego, preferí dejar de escaparme… No estar con un chico durante dos años puedo soportarlo, a duras penas, pero se puede soportar. Sin embargo, toda una vida… ¡Imposible! –acabó gritando esa palabra.

El refinamiento era bueno. Pero tanto… No estaba dispuesta a permitir que unas monjas sin gusto por la ropa hicieran que la pobre chica acabara como ellas. No, se dijo a sí misma. Ahora que había vuelto a la ciudad tendría que conocer hombres… Y no iba a ser remilgada, al menos, no al principio. De repente, los ojos se le iluminaron como si hubiese encontrado una explicación al por qué se sentía así con Alexander. Quizás… Solamente quizás se sentía tan… ¿atraída podría ser la palabra? Sí, atraída. Se sentía tan atraída por él porque hacía tiempo, bastante, que no estaba con un chico.

Al escuchar sus elogios, Lynnette se quedó muda. No sabía si por lo que había dicho o por cómo lo había dicho. Ella no era para tanto. Le dio un pequeño empujón mientras reía. Después, le sonrió a modo de disculpa.

-No soy para tanto, Alas –dijo antes de acercarse a su oído sin darse cuenta que había pronunciado su nombre en gaélico-. Además, en estos momentos lo que quiero… Bueno… esto… No sé si una señorita debería decirlo, pero… -carraspeó varias veces antes de atreverse a continuar-:

Necesito acostarme con un hombre, ¿entiendes? –finalizó con un susurro apenas audible.

En ese mismo momento, se sonrojó. ¿Pensaría mal de ella por sincerarse de esa forma? Bueno, en realidad era lo que necesitaba. Sin saber por qué quería que él supiera que no buscaba una relación estable… ¿Tenía algún tipo de esperanza con Alexander?

Alexander

Cuando escuche su historia sobre los chicos pude entender perfectamente por que reaccionaba de esa forma y el por qué me hacía sentir lo que me hacía sentir su esencia desprendía tal sensualidad que era difícil no notarla, más bien notarla no cualquiera pero alguien con mi habilidad lo sentía.

Al escuchar que grito la palabra Imposible, solté una risa, era evidente que para la chica no fue nada estar en ese lugar y que se había regresado era para hacer las cosas bien con alguno que otro desliz,

-Entiendo supongo que debió ser difícil para ti el estar ahí, pero ahora las cosas diferentes y estas de vuelta, y para este caballero es un privilegio el haberle conocido-

Se había quedado muda ante mis piropos y me dio un pequeño empujón minimizando el hecho de que no ella no era para tanto, cuando realmente lo era, sabía perfectamente que un dama como ella no se encontraba a la vuelta de la esquina, cuando menos no ella y no con sus cualidades y características, escuche mi nombre seguramente y por gustarme las tradiciones celtas pude saber que se traba de mi nombre en Gaélico, curiosamente mi abuelo me llamaba en el diminutivo de ese nombre Al.

Escuche que su voz se tornaba nerviosa y lo que escuche a continuación fue una dulce y sutil invitación a que estuviera con ella, fue cuando entendí que ella no quería una relación estable, lo que deseaba era liberar toda esa sensualidad, toda esa pasión con alguien que la viera como yo la está viendo en ese momento y como a una dulce musa le hiciesen el amor de una forma ardiente y apasionada,

Haciendo usa de toda la educación y galantería ocupando todas mis emociones y lo que había experimentado durante mi corta existencia,, me acerque a ella despacio, poniendo mi mano sobre sus mejillas y acercándome hasta que muy poca distancia nos separaba, ambas miradas se compenetraron, hable en voz baja y dulce.

-Hermosa eres y entiendo perfectamente tu sentir ya que escucho y siento el palpitar de tu corazón y lo sensual de tu mirada, mas no quiero ni deseo ser tan solo por unos momentos el fruto de tus deseos, pero si algo puedo prometer es que estaré contigo para apoyarte y entenderte, quizás en estos momentos no podría serlo pues tu para mí no eres de un solo momento, si no un momento que deseo perdure en un futuro que quizás exista para los dos, mas ahora no es adecuado para mí, pero si algo deseo que pase es que permanezcas en mi vida después de este encuentro ya dirá el tiempo y las experiencias si esto está escrito en los anales del destino-

Las palabras que emanaron de mi garganta fueron con un tobo tibio y febril nuestros alientos se juntaron por unos momentos y poco a poco me aleje tomándola de las manos para después dar otro suave apretón para después sonreírle y sonrojarme por lo que acaba de decir, deseaba que permaneciera conmigo pero debía ser lo suficientemente hombre y caballero para respetar a Karen, mas ello no indicaba que quería seguir conociendo a la chica y disfrutar de esos juegos de miradas entre los dos

-Y si es para tanto, eres una mujer que podría obtener lo que quisiera y además se que lo sabes pero has sido educada para hacer uso de la modestia-

Nuevamente mi mano se fue hacia mi cabello peinándolo hacia atrás para posarse en mi nunca e ir en dirección con el puño cerrado recostando una de mis mejillas en el, en espera de la respuesta de la chica.

Lynn

Lynnette no pudo más que intentar concentrarse en seguir respirando cuando la cogió por las mejillas y se acercó tanto a ella. Eso ya le había producido un estremecimiento de su cuerpo entero, pero el oírlo decir todas esas cosas tan bonitas de lo que era ella para él, fue una completa tortura. Lynnette quería acercarse mucho más, besarlo, saborear esas palabras que aún aguardaban en sus labios a pesar de que ahora sólo la observaba.
¡Maldito sea! La estaba volviendo loca. Se sentía vulnerable, atontada… Le decía que quería estar con ella, no sólo una noche o dos, sino en un futuro y el muy… muy… ¡Tenía novia! Tenía ganas de abofetearlo por hacerla perder la razón, por hacerle perderse en esos ojos verdes, por hacerla sincerarse así… ¡Por todo! Pero no podía.

La había atrapado.

Y no era eso lo que más le dolía, no. Lo que le quemaba la piel es que no podía contestarle como a ella le hubiese gustado. El pensamiento de que una chica lo esperaba en alguna parte de la ciudad la echaba para atrás y le hacía cerrar la boca, en todos los sentidos. Alexander no era para ella… Por el momento.

Sin embargo, sentía como si él quisiera lo mismo que ella. Negó con la cabeza enérgicamente despejando su mente de esas ideas tontas.

La elogiaba continuamente y eso era mucho más de lo que Lynnette podía soportar. No podía ser que un hombre que le dijera esas cosas no quisiera al menos besarla. Hacerla elevarse unos centímetros del suelo. Hacerla vivir algo que recordar. Dejó escapar de su garganta un largo y bajito suspiro.

Viendo como apoyaba la mejilla en su puño y la miraba, no pudo evitar sonreír. Si él la provocaba de esa manera, ¿por qué no podía hacerlo ella? Que se diera cuenta de lo que se perdía… Sí, eso haría. Sonrió maliciosamente moviéndose unos centímetros más cerca de él haciendo que el chaquetón que llevaba puesto se abriera un poco y sus largas piernas quedaran bien a la vista del chico.

Con mucha lentitud se inclinó hacia su rostro hasta que prácticamente podía sentir su cálido aliento en sus labios.
-¿Sabes cuál es el problema, Alasdair? –susurró con toda la sensualidad que creía posible-.

He escuchado bastantes veces esas palabras… Y nadie ha conseguido hacérmelas creer –continuó acercándose un poquito más mientras una de sus manos viajaba hasta la suya y la acariciaba disimuladamente-. Sé que tienes novia, pero en ese caso no me digas estas cosas… Porque si no, explícame. Explícame por qué siento que quieres lo mismo que yo, Tessier. Si puedes entenderlo, me gustaría que me lo explicaras.

La espalda de Lynnette estaba tensa. Si alguno de los dos se movía aunque fuera un milímetro sus bocas se tocarían y entonces, ella estaría perdida. Respirando lentamente con una sonrisa de medio lado, la chica esperaba impacientemente la explicación de

Alexander. Si es que había alguna explicación.
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Una tentacion (Cuarta parte)
Publicado en:19 Mayo 2010 8:47 pm
Última actualización en:28 Marzo 2024 3:18 pm
1800 vistas

Lynn

Mientras escuchaba las sabias palabras de él la sonrisa aumentaba lentamente en los labios de Lynnette. Todo lo que decía era verdad. Tenía suerte de que sus padres estuvieran vivos y ahora, ella pudiera tenerlos cerca aunque la regañaran cada día, ella sabía que estaban tan orgullosos como ella de la señorita que ahora era. Y eso, era lo único que le importaba. El daño que les había hecho había empezado a repararlo poco a poco…

La chica se giró para escucharlo mejor y al verlo sonrojarse no pudo evitar una risita que brotó de su garganta sorprendiéndolos a ambos. Luego le pediré disculpas, se dijo mientras él continuaba hablando. Verlo revolverse el pelo un poquito más casi la deshace. Cuando retiró la mano, Lynnette observó con extrema delicadeza al chico. El pelo así le quedaba muy bien… Demasiado bien, de hecho.

Las siguientes palabras de Alexander le hicieron qué pensar. “Debemos recordar los bellos momentos” se repetía una y otra vez en su cabeza.

Al verlo sonreír por fin, Lynnette le devolvió la sonrisa involuntariamente. Y después, volvía a reír como una niñita.

-No, por suerte no está aquí –dijo viendo como su mano se iba hasta el pelo del chico y alisaba unos mechones. Su mente no podía creerse lo que hacía y constantemente ordenaba a esa mano volver a su sitio… Pero parecía no hacerle caso. ¡Mierda!, gruñó para sí. Su pelo era finito y suave, tan oscuro como el de ella. Después de unos minutos deleitándose con él, la mano volvió a su sitio.

Lynnette bajó la mirada. ¿Estaba sonrojada? Por el amor de Dios… Eso se complicaba cada vez más por momentos.

-Eso de los momentos… Tendré que hacer momentos para recordar, porque no tengo… -dijo cambiando de tema. Sus ojos azules se clavaron en los de él, como insinuantes, pero divertidos lo que le hizo volver a plantearse una nueva pregunta-. Por cierto, hemos hablado de nuestro pasado… Pero no me has dicho si tienes novia, Alexander.

Sin saber por qué, esa parecía una pregunta que le estaba rondado por la cabeza hacía unos minutos.

Alexander

Aun estábamos en la fuente y parecía que el tiempo se había detenido, escuchaba con atención las palabras que le decía, aunque debía ser honesto y decirle que esas sabias palabras las había escuchado de mi abuelo cuya impresión de las mismas jamás olvidare.

-Creo que me he visto demasiado profundo en lo que he dicho- dije sonriendo un poco tímido, -debo decir que esas palabras son un de mi abuelo pero creo que la ocasión amerita que las cite-

Algo hizo que brincara de improviso, la chica llevo su mano hacia mi cabello, para acomodarlo de una manera suave y delicada, no pude evitar sentirme apenado y algo nervioso al sentir esa caricia repentina

Se apeno un poco ante lo que acaba de hacer y debo reconocer que me sentí confundido al respecto pues en esos instantes recordé a Karen

Asentí con la cabeza como agradecimiento ante la caricia, para escuchar una pregunta que me hizo pensar las cosas por primera vez de una forma sensata, realmente no sabía que éramos Karen y yo, salía con ella y con ella fue mi primera vez, pero nunca habíamos tocado el tema de una relación como tal pues cuando lo intente ambos pensamos que era muy rápido para los títulos, Salía con ella pero en mi corazón quedaba una duda sobre el que éramos realmente, ante aquella chica debía ser completamente honesto a manera de devolverle la confianza y el apoyo que sentía de su parte, le mire a los ojos directamente como ella lo hacía, mis manos tamborileaban sobre la pequeña barda de la fuente, Bufe un poco

-Verás es algo complicado pues en efecto estoy saliendo con alguien, pero no se mmmm no se si somos algo, nos estamos conociendo, sería demasiado pronto para decir si lo que llevamos es una relación o no-

Al decir esto no pude evitar que mis mejillas se ruborizarán pues recordaba el momento aquel en que estuve solo con Karen en mi habitación, lleve el canto de mi mano a mi barbilla mientras le veía de manera sincera, si aquella chica en verdad tenia la misma habilidad que yo, sabía perfectamente que sus acciones me estaban confundiendo, pero ante todo debía ser un caballero y respetar a la dama con la cual estaba en esos momentos, llego a mi mente las palabras de mi abuelo que sin quererlo murmure en vos baja –Se honesto y correcto-

-Y dime Lynnette que hay de ti dudo mucho que una dama como vos este sola…-

Lynn

Al verlo ponerse tan nervioso por el gesto de Lynnette con su pelo, enseguida retiró la mano y se acomodó de nuevo en su… asiento. No había recordado que tal vez, como le acababa de decir, pudiera tener algo con alguna chica y en ese caso ella no quería entrometerse en nada. Y mucho menos cuando vio cuán confundido estaba. Suspiró esperando que Alexander no la oyera y por fin, entre tanto, se obligó a sonreírle.

-Te aconsejo que hables con tu chica y lo aclares, Alexander –le dijo guiñándole un ojo con total sinceridad. Ella había pensado cosas sobre él, lo guapo que era… Eso era más que evidente, pero si tenía que verlo como un simple amigo, lo haría-. Y no. Siento decirte que estoy solita.

Allí en el internado de Canadá no había muchos hombres, por no decir ninguno –acabó riendo recordando los primeros meses que había pasado allí dentro intentando escaparse a la ciudad para estar con algún chico-. Los únicos hombres que había eran los viejos profesores… ¡Y te aseguro que no apetecía nada estar con ellos eh!

Lynnette rompió en carcajadas al acordarse de su profesor de historia, el señor Camprey. Viejo y canoso, tan peculiar por su forma de hablar… Tanto ella como muchas de las jóvenes que estaban allí encerradas con Lynnette habían jurado que era un viciosillo encerrado en un cuerpo de cura. Las miraba como si fueran trozos de carne… La chica no podía parar de reír.

-Perdona… Es que… -dijo entre risas haciendo un gesto con la mano para evitar que la mirase-. Ya… -aseguró después de unos segundos-ya no me río más.

Volviendo a pensar en los chicos y en la suposición que Alexander había hecho, frunció el ceño.

-Creo que debería empezar a salir de fiesta –asintió remarcando sus palabras-. De hecho, tengo que hacerlo –dijo sonriendo a su nuevo amigo-. Y tú podrías presentarme a mucha gente, ¿no? Si hago que se fijen en mí ahora quizás olviden mi pasado…

En ese instante, su cabeza empezó a maquinar un plan.
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Una tentacion (Tercera parte)
Publicado en:19 Mayo 2010 8:41 pm
Última actualización en:19 Mayo 2010 8:43 pm
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Lynn

Lynnette no pudo evitar re�r a carcajadas ante la imitaci�n del chico sobre los argentinos. Desde luego, no le sal�a a la perfecci�n pero la hab�a hecho re�r como hac�a tiempo que no lo hac�a. Y eso la asust�. Clav� su mirada en los ojos que poco a poco la hab�an ayudado a sincerarse. Le daba miedo confiar en alguien y m�s a�n, en alguien que acababa de conocer; all�, en las puertas del colegio.

Aunque su sonrisa no fuera precisamente alegre, aun no se hab�a ido de su rostro. Y con esas, contest�:

-Tu mirada me hace� -pens� lo que pod�a decir durante unos minutos de silencio, para despu�s continuar-: Me hace sentirme segura. No me preguntes el por qu�, solo s� que desde que entr� aqu� he hablado contigo como si ya te conociera� Pero a la vez, me hace temer. Algo� algo hay, algo tienes que no me dices� como que temes que yo sepa� Que entiendo por un lado. �He aclarado tus dudas, Alexander Tessier?

Se sent� un poquito m�s a la orilla de la fuente para poder mirarlo desde un mejor �ngulo. As� ten�a vista plena de sus ojos de un verde extra�o� al igual que de su rostro completo. Sus mejillas, sus labios, sus pesta�as� Y su pelo negro revuelto. Si no recordaba mal, le hab�a dicho que estaba en el �ltimo a�o con lo cual deb�a tener sus a�os.

-No s� si te lo he dicho, pero yo tambi�n estoy en el �ltimo a�o �susurr� esperando la respuesta a todo lo que le hab�a dicho anteriormente y sobre todo, muy atenta a su reacci�n f�sica.

Alexander

Al parecer mi remedo de imitaci�n hab�a funcionado, le escuche re�r a carcajadas que yo mismo no pude evitar re�r con ella, debo reconocer que su sonrisa era contagiosa, sent� su mirada inquisitiva pero a la vez sincera, su sonrisa no era alegre y me recordaba en cierto sentido mi manera de hacerlo

Escuche atento la explicaci�n sobre mi mirada e hice una sonrisa chueca cuando escuche la palabra temor y carraspee un poco cuando de manera natural como si se metiera en mis pensamientos, como si fuera transparente y supiera que no le hab�a dicho algo sobre mi y de una manera original y educada preguntaba para que lo le respondiese y me sorprendi� m�s aun cuando me llamo por mi nombre completo, tenia tanto tiempo que alguien no me llamaba de esa forma, sonre� t�midamente con ella, ya que la �ltima persona que me hab�a llamado as� fue cuando mi madre se despidi� de mi en aquella tarde fat�dica�

Se sent� a mi lado y me observaba, y decid� hacerle frente a esos ojos incitantes e inquietantes,

-Ultimo a�o tambi�n, que bien entonces que de suponer que tenemos la misma edad y� pues con relaci�n a tu pregunta, bueno pues eh�

Quiz�s tengas raz�n digamos que no pertenezco al nivel que tienen las dem�s personas para estar en este lugar, si estoy aqu� es porque me gane una beca-

No sab�a cu�l ser�a la reacci�n de la chica de manera que me cruce de brazos, y deje ir un suspiro en espera de que la chica me dijese algo, quiz�s se ir�a al saber que no pertenec�a a su clase social, quiz�s se quedar�a, lo importante es que hab�a sido honesto y sinti� que una carga pesada se elimino de sus hombros.

Lynn

La sinceridad de sus palabras la sorprendi�. �No es como t�� le habr�a dicho su tutora en el internado, antes de obligarla a encerrarse en su habitaci�n. As� que ella misma se oblig� a pensarlo seriamente. Quiz�s la gente la juzgar�a a ella por estar con �l, por hablar con alguien al que consideraban del mismo nivel o de la misma clase. Su mirada vag� por el lugar donde se encontraban, despu�s, su mirada volvi� a la de Alexander. Cuando sus ojos se encontraron, Lynnette supo lo que ten�a que hacer.

Dio gracias mentalmente a su madre por la educaci�n que le hab�a dado y sonri� intentando tranquilizarlo.

Su mano fue hasta la de �l y tras darle un fuerte apret�n volvi� a su sitio: a su regazo.

-No importa d�nde vivas o por qu� est�s aqu�, Alexander� Es m�s, me atrever�a a decirte que t� tienes mucho m�s m�rito que yo, �sabes? �empez� a decir mirando alrededor de ellos-. Yo estoy aqu� porque he nacido en una familia rica, mis padres han venido a este colegio, mis abuelos� Mi padre ha pagado para que yo est� aqu�. Sin embargo t�� -se gir� para mirarlo, mientras una sonrisa tierna acud�a a sus labios- t� est�s aqu� porque lo has conseguido, te lo mereces m�s que ninguno de nosotros. Y no tienes nada que temer. Estoy segura que tienes m�s nivel que muchas de las personas que estamos a tu alrededor.

Su sonrisa se borr� cuando record� momentos pasados en los que ella visitaba el barrio m�s bajo de la ciudad y nunca, jam�s se hab�a sentido desplazada por no vivir en su misma zona� Por ser de qui�n era.

-�De qu� me sirvi� a mi ser de Aileen y Adrien McArthur? �de su boca sali� una risa ir�nica-. De nada. Fui el hazmerre�r del colegio. La verg�enza de mis padres� Y soy rica, �sabes? Ven�a a este colegio... �Sus ojos no brillaban como antes, ahora brillaban de tristeza-. Yo no tengo mucho m�s que nivel que una persona que vaya a Las Siete Encinas� No. La mayor�a de los que estamos aqu� no lo tenemos.

Acab� por decir totalmente segura de sus palabras. Los a�os le hab�an ense�ado muchas cosas. Despu�s de unos minutos en silencio, se oblig� a si misma a sonre�r.

-Eso s�, como alguien me oiga decir esto� Estoy acabada �susurr� cerca de su o�do antes de soltar una risilla al imaginarse a su madre escuchando de nuevo, como la directo la expulsaba del colegio.

Alexander

El silencio nos invadi�, el juego de miradas terminaba para dar paso a una mirada por parte de ella con la cual parec�a entrar en sus recuerdos, me encontraba algo apenado seguro aquella chica se ir�a al enterarse que no era un ni�o pijo y que no ten�amos el mismo nivel dentro de las clases sociales, ella viv�a en una mansi�n, mientas yo lo hac�a en los arrabales, todo esos pensamientos paseaban en mi cabeza cuando sent� un suave y tierno apret�n en la mano el cual me confirmaba que la chica no se levantar�a y me dejar�a solo en la fuente contemplando mi reflejo en el agua.

A continuaci�n de sus labios broto un bello pensamiento, sobre lo absurdo de las clases y el merito que tenia al estar en aquella escuela, me sonroje ante sus palabras, era extra�o sentirme validado por una persona que apenas empezaba a conocer, escuche con atenci�n sus palabras volvi�ndola a mirar en los ojos, sin embargo al terminar su mirada emiti� una chispa diferente, conoc�a a la perfecci�n esa mirada pues es la que muchas veces me dijo mi abuelo que tenia.

Me lleve la mano derecha a mi cabello alborot�ndolo un poco m�s de lo habitual y suspire

-Gra..Gracias nunca antes alguien me hab�a dicho esto y mucho menos hacerme sentir feliz de lo que he logrado hasta ahora, Valora lo que tienes Lynnette, te ha servido de mucho ve la dama en la cual te has convertido ahora y cuando menos� tus padres aun est�n vivos, los niveles para m� nunca han existido pues no es el status lo que define a una persona, si no las acciones que ha logrado a lo largo de su vida-

En esos momentos record� la conversaci�n que tuve con mi abuelo en los acantilados y las hermosas palabras que dijo mirando el atardecer las cuales le repet� a mi manera.

-Debemos recordar los momentos, pues cuando seamos viejos, esos ser�n los bellos momentos que nos har�n sonre�r, mientras estemos viendo en el atardecer en el oto�o de nuestras vidas-

Creo que en ese momento entend� que ambos hab�amos pasados por situaciones dif�ciles quiz�s en distintos niveles, pero si algo era seguro es que los dos hab�amos obtenido aquel aprendizaje de la vida misma.

-Hey vamos pero quitemos esas caras largas que no nos quedan y mejor pensemos en algo bueno vale, adem�s no creo que tu madre este aqu� para escucharte o si��?i- le devolv� la sonrisa de una manera amable haciendo un gesto amistoso y confiable.
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Una tentacion (Segunda parte)
Publicado en:19 Mayo 2010 8:38 pm
Última actualización en:28 Marzo 2024 3:18 pm
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Lynn

Sin poderlo evitar, mientras el chico le contestaba y le explicaba que no hab�a o�do hablar de ella, Lynnette lo observ� con delicadeza. Era un chico bastante guapo y a juzgar por sus modales deb�a de ser de alguien importante. Y� �Qu� pasaba sino era as�? Se dijo a si misma. Ella no era la m�s apropiada para juzgar a nadie.

Al escuchar la referencia que hac�a a sus travesuras all� Una amplia sonrisa se asom� a su boca. No pod�a haberlo dicho mejor. Pero si no hab�a escuchado nada sobre ella, no iba a ser Lynnette qui�n le dijera nada. No iba a cavarse su propia tumba, �no?

-Estoy encantada de conocerte, Alexander, no sabes cu�nto �dijo sinceramente. Ver nuevas caras por all� le har�a sumamente feliz. Caras que, sinceramente, esperaba que no la juzgasen-. Si me permites preguntarte� �En qu� curso est�s?

Lynnette clav� su mirada en la de �l. Al fin y al cabo, el d�a no hab�a empezado como su mente le hab�a asegurado que har�a.

Alexander

Respond� educaci�n con educaci�n como me lo hab�a ense�ado mi abuelo en alg�n momento, sonr�o ante el comentario de las travesuras, lo cual fue un �gil t�ctica para comprobar que en realidad las hab�a hecho, una mezcla de belleza , rebeld�a y algo mas percib�a en la chica, cuya mirada denotaba cierta pasi�n o temor refrenados y escondidos

-El gusto y el placer es m�o Lynnette- al parecer la chica estaba contenta de conocer a alguien y mostraba una sonrisa sincero, lo cual me hizo sentir en confianza, cuando menos por el momento ya conocer�a mas de ella mientras se fuesen conociendo, pero la primera impresi�n es la que no se olvida y estaba hab�a sido cordial entre ella y yo

-Estoy cursando el ultimo y vos- El juego de miradas comenzaba, intentaba descifrar en mis ojos lo mismo que yo con ella, al parecer ambos ten�amos esa habilidad, para romper ese juego sutil que se estaba dando

-Linda y hermosa mirada,-lo dije de manera seria pero amable, mientras llevaba mi mano a mi cabello para evitar sonrojarme ante lo dicho- He de suponer que regresaste porque extra�abas a los amigos supongo, pero por qu� no nos quitamos de la entrada y vamos a la fuente es que he dejado mis cosas podr�as acompa�arme.

Lynn

Sin mover su mirada, la sonrisa se borr� de repente. Amigos. Esos que siempre hab�a pensado que ten�a pero que a la m�nima oportunidad la hab�an echado por tierra una y otra vez para cuando ella les hab�a pedido ayuda, girar la cara y hacer que no la conoc�an. S�, seguramente hab�a echado de menos esos amigos.

Con un disimulado movimiento de cabeza para echarse el pelo negro azabache a la espalda, despej� su mente de esos pensamientos. Bastante tiempo hab�a pasado ya.

-Vayamos a donde quieras.

Fue la �nica respuesta que sali� de su garganta. Su profunda, sincera y honesta mirada la hab�a cautivado de una manera peculiar. Apartando por fin su mirada hacia la fuente que �l le hab�a dicho, Lynnette comenz� a andar a su lado recordando sus palabras, �linda mirada? Ri� por lo bajo mientras negaba con la cabeza. Hac�a a�os que nadie la piropeaba.

-Gracias por lo referente� a la mirada �le dijo al llegar a la fuente a�n con la sonrisa en los labios-. La tuya tambi�n es� -se detuvo unos segundos pensando una palabra que pudiera expresar totalmente la mirada del chico- �peculiar. Algo� no s�

Dej�moslo, ser�n cosas m�as. �Eres argentino?

Cerr� la boca al instante antes de meter la pata, como sab�a hacer muy bien. Cruz� las piernas haciendo que el chaquet�n que llevaba sobre el vestido se abriera un poco y permitiera ver la preciosa tela beige de la prenda.

-He regresado porque as� me dijeron mis tutores que hiciera �dijo sin pararse a pensar que lo hac�a. Simplemente hab�a sentido la necesidad de decirlo y punto-. No echaba de menos a nadie de este colegio, Alexander �sin darse cuenta, su nombre hab�a salido de su garganta en un peque�o susurro.

�Pero qu� le pasaba? Se oblig� a mirar hacia el frente. La mirada del chico la perturbaba, pero a la vez, le gustaba que la mirase.

Alexander

La reacci�n no se hizo esperar, al parecer aquella dama le hab�an quedado mal sus amigos pues en su mirada hubieron destellos de coraje al tiempo que lo disimulo h�bilmente con un movimiento de cabeza para presumirme su exuberante melena negra

Accedi� ir conmigo hacia la fuente, y escuche su agradecimiento con respecto a mi piropo as� como observar su sonrisa la cual no pude evitar devolverle de la misma forma

-No agradezcas es la verdad, la m�a algo peculiar, puede ser quiz�s sea extraterrestre o algo as�, - re� ante mi propio comentario mientras me sentaba en la orilla de la fuente junto a mi mochila y la maleta grande donde guardaba mi florete

-Cosas tuyas no lo creo que me tendr�s que definir como es pues me has dejado con la curiosidad-

Y hablando de eso ella aun me miraba con curiosidad y yo en ning�n momento le quite la vista a esos ojos azules que empezaban a transparentarse

-Argentino, lo dices por el vos, no para nada digamos que a veces suelo escribir pensamientos y poemas con lo cual a veces se me escapa esa palabra, adem�s shi fuera Argentino sheria senshito carism�tico y no shoy nada eso- brome� con ella haciendo el tono del pa�s y divirti�ndome ante mi limitada imitaci�n.
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Una tentaci
Publicado en:19 Mayo 2010 8:34 pm
Última actualización en:18 Enero 2023 9:50 am
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La siguiente historia relata el encuentro entre dos personas Alexander y Lynn en el colegio St Mary, si vos querido lector ha leido mis historias recordara que Alexander es el protagonista de la historia de una primera vez, al igual que los relatos anteriores este sera dividdido por la extension del mismo

Que lo disfruten...

Alexander

El auto de Alexander se apareci� de nuevo al colegio, ataviado de manera t�pica con una playera blanca, botas negras, y una chamarra de piel, bajo del auto cargando su mochila y una maleta larga donde llevaba su florete para continuar con sus pr�cticas de esgrima, con mirada segura, apasionada y con un dejo de tristeza por el accidente de su abuelo emprendió el camino hacia la puerta del colegio

Ten�a tiempo sin pararme en el colegio, los eventos de las ultimas semanas me hab�an tenido sumamente ocupado y debo reconocerlo hab�a descuidado en algo los estudios, entre al patio y decid� acercarme en la fuente y apreciar de nuevo la arquitectura del lugar, la cual me encantaba, acomode mis maletas cerca de m� y me entreten�a viendo mi reflejo en el agua

Lynn.

-Joseph, d�jame aqu� �dice Lynnette en la esquina de la calle que va a dar al colegio-.

-Pero se�orita�

-Prefiero seguir andando. No queda tanto.

Tras coger el bolso con algunos libros, se baja del coche. Con la mirada perdida en la calle y los alumnos que van entrando poco a poco en el colegio apenas oy� la voz del chofer detr�s suyo.

-Luego llamo, Joseph. Tal vez� -el hombre se impacientaba-. Llamo a casa �dijo sin m�s antes de empezar a andar.

Ten�a la respiraci�n agitada y su mente no hac�a m�s que viajar a los a�os pasados. Recuerdos de su vida all� y de sus �amigas� inundan su mente r�pidamente. No sab�a qu� efecto iba a tener en todos ellos su regreso, pero desde su interior rogaba que no la trataran como antes. Ojal� se percataran del cambio que hab�a sufrido.

Se qued� parada delante del edificio que ten�a delante suyo.

Alexander

Sigo mirando mi reflejo en el agua, en la fuente la cual quedaba en un lugar id�neo para poder observar quien entraba al colegio, mi concentraci�n se rompio al o�r que una chica se bajaba de un auto y al parecer absorta en sus pensamientos se hab�a quedado observando el majestuoso edificio del colegio, quiz�s era nueva pens� al verla con ese aire distra�do, pero algo en su mirada me pareci� indicar que conoc�a el lugar y sus recuerdos estaban en su cabeza en esos momentos.

Lo bueno de ir en una escuela de este estilo, pens� es que al parecer todas las chicas est�n hermosas, era como ver una pasarela continua, en el lugar donde estaba, era demasiado pronto para inferir si era nueva o no, pero si era lo primera era conveniente y adecuado presentarme y que cuando menos no se sintiera tan solo como yo en mi primer d�a.

Deje mis cosas y camine hacia ella de manera que pudiera verme.

-Hola buen d�a no te he visto por aqu� eres nueva�?- le dije en tono afable y mostr� un gesto amistoso para que pudiera sentir confianza, esperaba que la acci�n realizada no contrastar� con mi mirada que en esos momento era triste.

Lynn

Tan absorta estaba en sus recuerdos que apenas si escuch� al chico que minutos despu�s vio delante suyo. Con una sonrisa t�mida al escuchar su pregunta, se detuvo unos minutos a pensarlo. Si le dec�a que s� tal vez pudiera empezar de cero con algunas personas� Pero tarde o temprano acabar�a d�ndose cuenta de la verdad por una u otra parte y si quer�a empezar con buen pie, deber�a decir las cosas tal y como eran.

-Buenos d�as �le contesta amablemente-. Siento defraudarte pero
no, no soy nueva en este lugar� Puede ser que este curso s�, pero no aqu�.

Apret� fuertemente su bolso fundi�ndose en los ojos del chico. Si algo se le daba bien en esa vida era detectar la tristeza o los malos momentos de la gente� Porque ella se sent�a as� muchas veces.

-Soy Lynnette McArthur �tiende una mano hacia �l educadamente-. No s� si habr�s escuchado algo sobre m�� �Cu�nto hace que est�s por aqu�?

Quiz�s supiera c�mo iban las cosas en el maldito colegio y pudiera informarla antes de encontrarse con todos los dem�s.

Alexander

Chica linda y educada, pens� para mi mientras tome su mano para devolverle el saludo y escuchaba la tan educada presentaci�n que le daba.

-Mucho gusto se�orita Lynette, Alexander Tessier- terminamos el saludo y algo me estremeci� con la chica ya que pareci� curiosear en mi mirada y detectar algo; ya que apret� el bolso de una manera singular, al darme cuenta de ello, segu� mir�ndola a los ojos directamente para que no apreciara que me hab�a sentido algo intimidado. denotando que en mis ojos tambi�n exist�an otro tipo de emociones.

-Es mi primer a�o por aqu� Lynnete y me temo que no escuchado al respecto sobre ti al menos no aun o de las travesuras que hubieres hecho en este lugar- le dedique una sonrisa, la chica era refinada, me limite a darle esa sola respuesta pues no quer�a verme discriminado si sab�a que si estaba ah� era por una beca y que pertenec�a al barrio de Whitestone Valley, si en alg�n momento me lo preguntaba tendr�a que decirlo pero no antes.

Una hermosa mujer, al parecer el d�a en el instituto comenzaba con el pie derecho.
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El hada y el dibujante vagabundo (Segunda Parte)
Publicado en:12 Mayo 2010 12:01 pm
Última actualización en:12 Mayo 2010 6:24 pm
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Cyrius

Termina el dibujo, lamentando interiormente no haber traído su paleta de colores que tanta belleza le habría aportado al conjunto y alza la mirada para repasar a la chica de arriba a abajo. No esa clase de mirada. Ahora no es a través de las pupilas de un hombre que la observa si no a través de las de un artista que contempla una obra de arte queriendo memorizarla para poder dotarla después de la completa perfección.

Ese escarlata refulgiendo, la originalidad de su vestimenta, el recorte de su figura arrancando destellos de luz al moverse en la superficie del violín. Los necesita para completar posteriormente su dibujo. Sin embargo esta vez, no puede evitar quedándosela mirando como un bobo. El más completo imbecil de los humanos, encandilado por una felina callejera. Felina de la cual, no puede apartar sus ojos, que parecen querer construir una vitrina a su alrededor, para no permitir que el paso del tiempo ni nada externo haga mella en ella.

Un leve escalofrío similar a algo placentero lo recorre al empezar a escucharla, como si las notas se deslizasen por el viento a su encuentro y lo atrajesen hacia ella. Sin tener constancia de ellos, cuando la música cesa se encuentra entre la multitud cercana a la chica, con el cuaderno bajo el brazo y los carboncillos gastados, olvidados en el banco de piedra que rodea la fuente.

Entonces contempla un pequeño destello plateado bajo la mata de fuego rojizo. Manteniendo su expresión serena, espera a que la multitud tras entregar su dinero, se disperse, para acercarse él a primera fila, dejar caer una moneda y haciendo notar su presencia al quedarse frente a ella, tapándole el sol. Haciendo pinza con dos dedos le ofrece un pañuelo, manteniendo la mano baja, para que pueda verlo.

- Gracias. -Es lo único que dice, y aunque extraño, esa sola palabra ha sido sincera.

Dafnee

Permanece en esa posición largo rato, apenas haciendo notar su imperceptible permanencia en el mundo real cuando sonríe agradecida a los paseantes que hacen tintinear sus monedas; la verdad, tal y como están ahora las cosas dinero no le falta, pero nunca está de más proseguir con sus buenos hábitos: comer gracias a su música la hace sentir especialmente útil en aquel acelerado y terrenal mundo humano, en el que por lo demás se siente como una hoja al viento aterrizando en un asfixiante torbellino multicolor.

Suspira largamente, de forma inaudible, mientras sin alzar la mirada coge el negro estuche y comienza a guardar el violín sin prisa, aún con gestos lánguidos, lentos y gráciles. Los mismos con los que, cuando aquella sombra cercana le tapa el sol, alza los ojos para observarlo largamente, no sin antes haberle dedicado la misma mirada al pañuelo que le tiende. Sus ojos son dos jades sombríos tanteando recovecos oscuros que ningún otro es capaz de desentrañar, al menos en apariencia; eso hace con la mirada de Cyrus, añadiéndole a su enigma natural un tinte de inocente y curiosa que contempla un animal que no había visto nunca. No parece siquiera sorprendida de verle ahí.

Tras varios instantes de mirada silenciosa, sus rojos labios componen una dulce sonrisa. Se encoge suavemente de hombros.

- No hay por qué... ha sido un regalo – susurra, llevando en sus rasgos otro "gracias" implícito cuando extiende la mano y acepta su pañuelo. Sus palabras siempre tienden a acrecentar el misterio y ahora no son una excepción; pero en efecto, esa última canción ha sido un regalo para él. Entorna los ojos al observar silenciosa la tela, balanceando un poco las piernas cruzadas, y luego cierra los ojos y se lo lleva a la mejilla, donde aprieta sin fuerza para dejar la marca húmeda impresa. Se lo tiende de nuevo, ladeando la cabeza con una ternura frágil que ni siquiera le sale a consciencia - Una lágrima de la artista... así estamos en paz.

Cyrius

Mantiene su sonrisa imperturbable a pesar de que interiormente se debata entre dejarlo estar y seguir contemplándola maravillado, aunque esto último solo se deja entrever ligeramente en sus ojos. Ojos que por una milésima de segundo parecen atemorizados ante la conexión que establecen con los de ella. Como si fuese una sacudida en la que ha entrado en su mente y con la que ha revuelto viejos pensamientos y actitudes olvidadas. Incluso como si pudiese llegar a conocerlo realmente, cosa que ni siquiera sus propios padres han logrado hasta la fecha.

No parece inmutarse, pero la idea de que la víctima se convierta en el cazador y él en la presa no le causa ni pizca de gracia a la fachada que se derrumbaría poco a poco como si picasen con un martillo, hasta atravesarlo y hacerla caer a sus pies. En una comparación con el símbolo del arte escénico, su interior simula la cara triste, seria, enfadad, temerosa de un reencuentro con su verdadero yo ante el que debería rendir cuentas, mientras su exterior representa, y nunca más bien dicho, la confianza, la seguridad y la galantería de un mujeriego de su edad.

Contempla con sutiles y fugaces miradas como sus gestos son más delicados y cuidados que en la mayoría de chicas, sin llegar a parecerle una de esas repipis estiradas del Golden que falsamente instan en imitar aquello, y que al final tanto dinero le proporcionan. Pero no solo eso lo impresiona, también su voz armoniza con el conjunto, de musa, que es toda ella. Asiente cuando ella menciona haberle regalado la canción, satisfecho de que sus sospechas fueran ciertas y de que finalmente ella sea real.

Cuando ella le tiende el pañuelo, él lo recoge, asiéndolo con una mano mientras con la otra inconsciente, repasa sin llegar a tocarla a escasos centímetros de la piel de la violinista, la lágrima caída. Cuando realmente se da cuenta de su extraña actitud, dejándose llevar otra vez demasiado por sus impulsos, la retira. Sonríe educadamente y vuelve a asentir, aceptando el regalo.- Lo guardaré con recelo. -susurra con voz galante llevándose el pañuelo a los labios, y guardándoselo después en un bolsillo de su chaqueta. Después echa a andar hacia otro lado de la plaza para abandonar el lugar.- Espero volver a verte. -se oye su voz traída por el viento pese a que su figura ya se ha confundido entre el gentío.

¿Ha sido eso un acto de misterio o simplemente huye de lo que teme? La única respuesta solo la sabe él, y la pista para tener la certeza se encuentra en el dibujo enrollado que ha metido dentro de la funda del violín cuando ella se ha distraído.

Dafnee

Como la representación etérea de la paciencia, aguarda, dejando que el desconocido tantee la lágrima que impregna el pañuelo sin retirar la mano, también sin llegar a rozar la suya, pero creándose de improviso un extraño universo en el que los demás viandantes son sombras sin identidad ni nombre, vestigios y adornos de un escenario de marionetas en el que los protagonistas son el hada y el dibujante vagabundo.

Y nada en los finos rasgos de ella lo delatan, excepto esa ligera percepción sutil, eso que de nuevo teje a su alrededor el hechizo de longevidad fusionada con infantil inocencia. Un contraste caótico, el mismo que reflejan sus labios, de dulce sonrisa, junto a sus ojos, quizá más avispados y astutos: la mirada de un gato travieso que casi parece retarle, en silencio, a descubrir el porqué de esa lágrima.

Tampoco es algo que se pueda constatar ni observándola con detenimiento: es una criatura de contrariedades, y su alma parece sumergirse todavía más en el abismo cuando alguien intenta indagar en ella.

Solo baja suavemente la mano cuando él, cortando la conexión visual, da media vuelta y se pierde en el gentío. Con languidez, la violinista se apoya con cierta despreocupación perezosa en la fuente, ladeando la cabeza para observar su marcha incluso cuando él ha dejado de distinguirse. Solo sesga un poco más la sonrisa y asiente a sus palabras, susurrando para sí:

- Así será...

Tras un largo rato de silencio, suspira, posando con desazón los pies en la tierra todo lo que puede permitírselo, y guarda el dinero del día para a continuación terminar de cerrar el estuche. Solo en ese instante se da cuenta, con un sutil parpadeo: el dibujo. Con movimientos hábiles y fluidos lo desenrolla para contemplar su propio retrato. Una obra de arte, una imagen plasmada con el corazón, una visualización... perfecta. Y quizá, durante un instante, la asusta de verdad lo que el dibujante haya podido captar en sus ojos.

Nadie ha de leer su interior...

Aprieta los labios, durante un segundo glacial, pero en esencia su mirada muestra melancólico agradecimiento ante el intercambio de regalos. Enrolla cuidadosamente el dibujo, lo guarda en su funda y, dedicándole una última mirada a la estampa artística de la plaza por la mañana, desaparece por una callejuela como una brisa de tonos rojos y blancos.
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El hada y el Dibujante Vagabundo (primera parte)
Publicado en:12 Mayo 2010 11:55 am
Última actualización en:12 Mayo 2010 8:05 pm
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El HADA Y EL DIBUJANTE VAGABUNDO

Esta es la historia entre un artista llamado Cyrius y Dafnee una artista de calle que toca el violín, al igual que la historia de una primera vez, cada impresión y pensamientos de los personajes esta separada y con guiones esta indicado lo que conversar cada uno,

El relato es dividido en varias partes por su extensión espero lo disfruten.

Cyrius

De buena gana, ha salido a correr como cada mañana, recordándose a si mismo que su cuerpo, su presencia y su inteligencia son los que permiten su ritmo de vida y los que llenan día a día sus bolsillos. Y por ello, ha seguido con su acostumbrado horario, aunque hoy es uno de esos días que se permite un mínimo de relajación en su actuación constante. Por un día deja que su verdadera personalidad, aunque ya no esté seguro de cual sea la real, salga a la superficie y haga una de las cosas que solía hacer cada mañana de domingo cuando era pequeño.

Recuerda ir de la mano de su madre a una plaza apartada dónde se reunían estudiantes, artistas, que para sacarse un dinero fuera de su trabajo, dejaban sus habilidades al descubierto, exhibiéndolas al público y dándoles la oportunidad de ser partícipe de ellas. Aquella vez, mientras su madre hablaba con unas vecinas, comentando como siempre los últimos cotilleos que circulaban por el barrio, se alejo atraído por el olor de unos panecillos recién horneados, dándose cuenta al detenerse que se había perdido entre la multitud. Nunca había estado tan asustado en su vida, los adultos circulaban a un ritmo acelerado sin percatarse de su presencia, como si el halo de la juventud, de los pequeños detalles, de cosas que realmente importaban, fuesen imperceptibles para ellos, invisible.

Notó, poco después una mano en su hombro, seguida de un hombre mayor que lo invitó a unirse a él, diciendo que situarse en el centro de la plaza y estarse quieto era la mejor opción para que su madre lo encontrara. Él obediente, lo siguió. Estuvo contemplando durante horas como el hombre trabajaba, retratando el paisaje de la plaza e incluso a personas que se lo pedían expresamente. Midiendo cada pequeño detalle sin importancia, reflejando expresiones, movimientos a los que después ya no prestan nunca atención. Finalmente su madre preocupada lo encontró y riñéndolo lo aparto del hombre al que calificó como vividor roñoso. Sin embargo antes de abandonar el lugar aquel hombre le había entregado un dibujo. Puede que su fascinación por aquella impresionante imagen, el único recuerdo de su vida pasada que aún hoy conserva sea lo que le ha llevado a decantarse hacia el arte para engatusar y labrarse una reputación.

En él se reflejaba un chico solo en la plaza rodeado de seres compuestos por humo.

Sacude la cabeza, devolviéndolo a la realidad un bello sonido, demasiado intenso y expresivo como para ser del insulso de siempre. Esto lo lleva a alzar la cabeza de encima de su cuaderno de dibujo, sobre el que debe haberse quedado dormido. Aparta el carboncillo a un lado y observa a la chica que tiene al otro lado de la plaza, frente a él. Desprende la misma aura que los dibujos de aquel hombre. Como si ahora para sus ojos, todo se hubiese convertido en el humo negro del dibujo y solo ella resplandeciera sobre el resto. Sin ser prácticamente consciente de sus movimientos, sus dedos empiezan a dibujarla, deslizándose por encima del papel con mano experta y soñadora.

Dafnee

El violín es su puerta al paraíso, y con cada acorde que toca lo traspasa para viajar a través de las nubes de su imaginación y sumergirse en las profundidades de un mar demasiado oscuro, iluminado solo por la luz espectral de su mente. Al contrario que cualquier océano real, cuando se dejaba hundir en ése era cuando, por fin, podía respirar en paz.

...y era cuando salía a la superficie, cuando por desgracia sus dedos dejaban de pulsar las cuerdas para elevar el sonido a una hechizante magia, cuando sentía un dolor agónico, justo en el pecho. Y además era real, tan real... más de lo que cualquiera es capaz de imaginar, y un dolor que a su vez oculta demasiadas cosas. Baja lentamente los brazos para apoyar el negro violín en sus muslos. Sus manos tiritan levemente y aferran el instrumento con el mimo de una madre a su primogénito recién nacido. Cabizbaja y protegida por su mar de asalvajado cabello ígneo, suspira largamente, y solo sus labios entreabiertos delatan sus inaudibles jadeos. Se siente débil. ¿Puede ser que se trate de esa debilidad...?

Sonríe con cierta amargura. No. Su música es la cura para ello, en general su arte... pero no puede dejar de pensar, divagar, extendiendo sus pensamientos en el prado de meditación y fragilidad que le queda siempre tras salir de su ensueño, que últimamente había dejado de ser la solitaria gata callejera. Que había establecido vínculos y, algunos de ellos, fugaces pero lo bastante intensos para ser recordados. Sesga su sonrisa casi con ironía, aunque inconscientemente algo de todo eso la aterra. ¿Cuál sería el próximo...?

El destino le da la respuesta como si se lo susurrara con palabras dulces. Algo, una intuición, un escalofrío en la espina dorsal, la lleva a enderezarse con gestos lánguidos, antes de mirar con cierta sutileza hacia un extremo de la plaza. Allí, donde un hombre permanece en apariencia sereno, dibujando algo y contemplándola a ella.

Le basta una mirada con esos ojos enigmáticos y agudos, poseedores de cierta inocencia, para saber que aquel desconocido acaba de viajar al mismo mundo del que ella ha regresado.

Hay algo más, quizá cosas que puede ver a través de sus pupilas gracias a un don, pero eso tal vez sea solo una impresión... se da cuenta de que le está mirando largamente y, en un momento dado, cuando sus miradas se cruzan, sonríe dulcemente antes de devolver la mirada al violín y sus cuerdas. Una conexión sencilla, breve y cortés entre dos desconocidos, pero viniendo de ella... inexplicable.

Cyrius

Sigue dibujándola, como si fuese una musa repentina, el resto se ha evaporado, y la luz del sol ejerce de foco sobre su blanquecina piel, iluminándola y exponiéndosela como una necesidad a plasmar sobre papel. Va modelando la figura según los movimientos de ella, describiendo esas curvas de fantasía de las que es poseedora con el carboncillo a una velocidad más rápida de lo normal, como si esa figura tan irreal y etérea que bien podría ser fruto de su imaginación, pudiese desaparecer de un momento a otro.

Sus ojos se debaten entre controlar lo que sus dedos trazan o la chica que toca al otro lado de la placeta. Teme equivocarse, pero por otra parte no puede apartar su mirada de ella. Una danza que lo mantiene hipnotizado, acompañado por una música que cree haber sido la causante de despertar los recuerdos olvidados. Una parte de su mente sigue fija, grabando en su retina a la pelirroja mientras la otra se centra en tener una prueba de lo que esta capta. Demasiado frenético de haber encontrado inspiración tras tantos meses dibujando simples personajes carentes del carisma, la belleza y el misticismo que la violinista destila con cada nota musical.

En una de esas veces, cuando alza la mirada del papel hacia ella, se topa con sus ojos. Algo hechizante hay en ellos, y pese a eso su faceta construida por mentiras lo obliga a sacar su lado galante y mujeriego a la luz, sonriéndole a su vez, pese a que no se le haya escapado el matiz de la de ella. Sonrisas que atrapan.

El simple título, le obliga a girar la hoja, y en una nueva describir el fugaz recuerdo de la de la chica, haciendo hincapié en los detalles y dejándose guiar por el sentimiento que le ha despertado, transmitiendo en uno de sus dibujos parte de él, como hacía tanto tiempo que no le pasaba... Centrado en la tarea que se trae entre manos, no contempla la posibilidad de acercarse, pues una parte de su mente que lo llama loco, ha aceptado que es otro sueño deseoso de cumplir con sus necesidades artísticas, pese a que el lado de su fachada irrumpe a bocajarro queriendo hacer de aquella muchacha una víctima más de el frenético juego que es su vida.

Dafnee

La dama del violín toca por todos y para todos, pero de algún modo algo tienen sus gestos, cuando termina una vez más de arreglar las cuerdas y se lleva el instrumento al hombro, que hace pensar que su siguiente composición se la dedica exclusivamente al artista de los dibujos. Nada lo delata a simple vista: ni sus suaves gestos, ni sus ojos prendidos en las puertas del Edén de ensueño que se dispone a visitar de nuevo, ni su sonrisa, habiendo desaparecido para verse sustituida por un gesto de inexplicable melancolía... y, sin embargo, es lo que parece. Como si el intercambio de sonrisas de antes hubiese tenido la virtud de enlazar algo.

Entonces cierra los ojos. Un instante de silencio, un efímero remanso de paz, es lo que supone el que de nuevo comience a pulsar las cuerdas del violín. La lenta y fluida melodía es indescriptible, triste y nostálgica pero a la vez cargada de gran sentimiento. Inspira demasiadas emociones a la vez.

El flujo del tiempo se detiene y el escenario de la plaza se convierte en una de esas pinturas eternamente inmortalizadas en alguna era indefinida. Muchos oyentes se detienen a escuchar, algunos lanzan monedas al plato que descansa junto a ella, otros hacen oídos sordos a su música resultando ser más hipersensibles a sus sensuales curvas. Ella ignora todo eso, solo existe la música.

Parece que esa canción ha exigido una porción demasiado grande de su alma. Cuando finaliza, se queda unos segundos en la misma posición y luego baja los tiritantes brazos en un gesto lánguido, casi dejándolos caer. Cruza las piernas y apoya el violín sobre los muslos, cabizbaja. El velo incandescente de su cabello no deja ver mucho de su rostro indescifrable, perdido en la nada, casi aburrido... pero un observador avispado se habrá percatado del brillo sutil de una lágrima rebelde.
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Un sueño
Publicado en:6 Mayo 2010 8:06 pm
Última actualización en:15 Abril 2014 2:39 pm
1677 vistas

Durante cada d�a, al final de cada jornada
Pienso en tus labios y en la mirada que aquella imagen me muestra
Me siento enfrente a admirarte me acomodo la corbata y el traje
En un intento desesperado por agradar a una imagen lo cual me evoca una sonrisa
Mi mente viaja, cierro los ojos y mis piernas tiemblan
Mis labios se disponen a recitarte veinte mil y un poemas
Pero tomo mis manos para recordar que solo eres una fotograf�a que vive en mi buro
Me dirijo hacia la ventana entonces ocurre, te veo pasar entre un cielo gris y un calle ruidoso
Mis piernas tiemblan pero no dudan en acelerar el paso para encontrarte
Tartamudeando y suspirando tiemblo, el tiempo se para mi vida a cambiado
Tu mirada es profunda y se pierde en la m�a, el silencio nos invade no es necesario hablar
Pues nuestra misma esencia lo ha hecho, mis brazos despiertan rodeando tu cintura
Y sin notarla ya mas mis labios se posan en los tuyos embriag�ndose con su sabor�
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Una ensoñacion
Publicado en:12 Abril 2010 6:25 pm
Última actualización en:6 Junio 2012 6:35 am
1707 vistas

Quisiera poder tocarte antes de llegar cada d�a a casa
Mirarme en tus ojos
Respirar de tu aire
Y no perderte de vista nunca m�s
Estoy en camino
Pero mientras sigo
He olvidado quien soy
Ya que recuerdo cada momento
Y espero alg�n d�a encontrarme junto a ti
Mientras tanto seguir� solo acostumbr�ndome
A beber de tu aliento y respiraci�n
Cada noche durante mis sue�os
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El juramento
Publicado en:7 Abril 2010 12:49 pm
Última actualización en:12 Abril 2010 7:14 pm
1706 vistas

"Un dia hicimos un juramento ante las lunas doradas de nuestra ciudad,
y esa noche, las estrellas se posaron sobre aquel lago de cristales.
Los ojos de las hadas festejaron como solo ellas saben:
hilando sueños con polvo de luz violeta;
fue entonces cuando las flores brillaron tan fuerte
hasta formar un gran destello que llegó mas allá de las cuatro puertas del cielo.
Fue la gloriosa noche en que nuestras llamas se fundieron hasta hacerse una..."
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